Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

20 de marzo de 2021

El cuento del Willy, Capítulo 19

  El cuento de WILLY 

Historia de un niño algo especial que de mayor lo siguió siendo… a su manera

Martín Valmaseda

Dibujos: Karla y Andrea Aguilar

CAPITULO 19

VÁMONOS AL MONTE





Pues  al  fin  el  grupo  formado por Willy, Telma, Vilma, y unos  9  alumnos más, después  de hablar  con los  amigos verapacenses fijaron la  fecha  de un sábado  para  su aventura por las aldeas cercanas (no muy cercanas)  a Cobán.  Solamente  dos  habían  salido alguna  vez a  zonas  rurales  de  Guatemala, además  de Telma, natural  de aquellas tierras.


Ella les  dijo que deberían llevar  botas de hule,  porque si  llovía  verían lo  que habría  de lodo. Todos la  hicieron  caso menos  una tal  Rosi bastante presumidilla  que apareció en la terminal  de buses  con tacones  de aguja,  como si fuera a pasear por la sexta avenida. Telma  no  dijo nada, pero hizo una  señal Willy que estaba  dispuesto  a mandarla a casa con tacones y  todos agarraron el bus muy tempranito y  salieron  entusiasmados  como si  fueran a  la  selva  del Amazonas.

Hasta  Cobán todo fue normal  salvo que las orillas  de la carretera  iban aumentando  en  arboles y barrancos…

 


Pero   en Cobán  pasaron a  la terminal  de buses  que ya no era  como la  de “Monja Blanca” a la capital. -allí  les esperaban  unos  microbuses  un tanto destartalados  donde en el  espacio  de 10 personas  cupieron 17.

 

No  cabían pero  “cabieron”, perdón,  cupieron  junto con  3  sacos de maíz  y  dos  gallinas.  Hay que decir en honor de Telma  que entonces  sacó de  su bolsa  un par de botas de hule   para la de zapatos de aguja.  Esa Rosi,  que se iba  poniendo pálida    mientras iban por la  carretera  encharcada a la terminal,  al ver las botas,    dio  un  abrazo a Telma  y  se cambió de calzado rápidamente.  Allí  empezó la  movida. Arrancó  la  camioneta y  después  de un  rato de carretera con  baches   fueron siguiendo los  baches sin carretera y unos  caminos  de terracería   que  no  se imaginaba  los  estudiantes  de la  zona  2 de la capital. El busito empezó a trepar  por cuestas hasta  que llegó  a una aldeita de  unas 6  casas ‘¡Aquí termina  el  trayecto!-  gritó  el piloto.  Telma  bajó la primera  y  les demás  fueron saliendo   mirando  dónde ponían  los  pies. Salvo el  pequeño  espacio  de la aldea  todo alrededor  eran  árboles,  había unas pequeñas milpas y  en  una cuesta arriba   unas plantaciones desconocidas  para los jóvenes, “Eso es cardamomo”  dijo Telma,- y señalo a la plantación - Por  ahí  está el  canino  que  vamos a a seguir  para ir a  mi  aldea.  Sujeten bien  sus  mochilas  y  síganme”.  Con gesto decidido, del que  conoce la ruta toda  la  vida,  se metió  en aquel camino casi invisible.  Yo  voy  detrás dijo Willy- para empujar  a  los retrasados. -se  formó una fila de pies que tropezaban  por aquel  sendero .  Telma  paró un  momento. Tengan  cuidado  a la  derecha  hay un barranco, agárrense a las  ramas de la  izquierda.  Y así subiendo, tropezando, mirando a lo lejos a  ver si  aparecía  el  pueblo  de su  compañera… Uno de los muchachos  la  gritó;  “¿falta  mucho  Telma?.”  Ella contestó sin  parar de caminar: “Cuando  subo con  mi familia, 20 minutos…  con ustedes supongo que tres cuartos  de hora”.    Uno de los  que  iba detrás  se  quejó  en  voz  baja : “nos podían  haber avisado”- “El  que algo  quiere  algo le  cuesta “-le contestó  Willy que  le  escuchó…

 


         A la   media hora ,  allá  arriba   se divisó una columna  de humo  y  gritos de niños…  Astutamente, Telma había  exagerado el  tiempo  de camino  para  sorprenderles cuando  llegasen.  Varios  patojillo saltando  por las piedras y las ramas  se  acercaron a ellos y les  quisieron  llevar sus mochilas… Déjenselas- les dijo Telma- ellos  están  acostumbrados…  y  empezó a decirles  a los patojos  algo  que  no  entendían  los  estudiantes.  Algunos delos pequeños aun no  hablaban  castilla (español) sólo q´eqchí.


         El grupo se fue acercando al  lugar  donde la mayor  parte de  los  vecinos  esperaban la  llegada  de aquellos  compañeros  de Telma.  Empezaron los  saludos y  las explicaciones  que la compañera  les daba. Pero , sintiéndolo  mucho, se  me  termina  el  tiempo  de  este  capítulo.  Quien  quiera  saber más  que tenga paciencia  y  espere  al  capítulo 20.


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