Para disponerte a leer correctamente el Evangelio, lo importante no es leer, sino
<< escuchar >> a Jesús en esa lectura.
¿Qué puedes hacer?
Ve leyendo despacio el pasaje que has escogido
fijándote, sobre todo, en las personas que intervienen. Todas te pueden ayudar
a comprender mejor el mensaje evangélico.
Pero, como sabes muy bien, el personaje decisivo es Jesús. Siempre está en el centro de cada relato...
Cuando te encuentres con él, párate y fíjate bien que dice y que hace. Es el que mejor te puede enseñar a vivir.
Pero no te fijes solo en sus palabras. Fíjate sobre
todo en cómo vivía. Como trataba a las personas, como se acercaba a los enfermos,
como defendía a los más desvalidos, como tocaba a los leprosos-- a los que
nadie tocaba-- cómo acariciaba y abrazaba a los niños, como entendía a los
pecadores, con que ternura los perdonaba, como buscaba siempre una vida más
digna y dichosa para todos.
Convéncete. Nadie te dará más fuerza y más luz para vivir.
Si sigues leyendo el evangelio día tras día, llegará un momento en que entenderás lo que ahora se te escapa.
Cuando hayas terminado de leer enteramente un pasaje,
empieza a hacerte a ti mismo algunas preguntas.
Las primeras que te puedes hacer son estas: todo esto, ¿qué me enseña ?, ¿qué verdad
me está descubriendo aquí Jesús?
¿qué luz me da para entender mejor mi vida?
Te darás cuenta de que en el evangelio no encuentras solo una verdad o una llamada a cambiar. Encuentras sobre todo una invitación a confiar más en el perdón de Dios, en su amistad y su comprensión.
Si escuchas a Jesús irá creciendo no solo tu personalidad y tu responsabilidad. Irá creciendo tu esperanza cristiana.
El evangelio puede cambiar tu vida. Jesús te puede hacer vivir de manera nueva.
Solo te digo que, si te encuentras con Jesús, tus dudas, tus miedos y tu frialdad ante la religión se irán disolviendo. Lo verás todo de otra manera, porque habrás descubierto a Jesús. Ya no lo dejarás.
Creemos en Jesús.
A su luz y con su fuerza
podemos vivir, obrar, sufrir y morir en este mundo de forma verdaderamente humana, sostenidos por Dios, empeñados hasta el fin en la lucha por el hombre.
VICTOR MANUEL ARBELOA,
poeta y escritor
Creer, ¿para qué ?
Conversaciones con alejados
José Antonio Pagola
Colaboración de Juan García de Paredes.


