Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

26 de noviembre de 2025

DIOS NO TIENE QUE VENIR DE NINGUNA PARTE

ADVIENTO 1º(A) 

Mt 24,37-42

El tiempo de adviento se caracteriza por su complicada estructura. Por una parte, recordamos el larguísimo tiempo de adviento que precedió a la venida del Mesías. Esta es la causa de que encontremos en el AT tantos textos bellísimos sobre el tema. Esas expectativas suponían una intervención directa y puntual de Dios a favor de su pueblo.

Ahora celebramos la presencia histórica de Jesús. Se trata del punto de partida para desplegar nuestras expectativas como cristianos. Jesús hizo presente el Reino que es Dios en su historia humana. La primera e imprescindible referencia para nosotros es su vida terrena, porque es en su vida donde desterró el odio e hizo presente el amor.

Adviento no es solo la preparación para celebrar dignamente un acontecimiento que se produjo hace más de veinte siglos. El adviento debe ser un tiempo de reflexión profunda, que me lleve a ver más claro el sentido que debo dar a toda mi existencia. No se trata de una conmemoración, sino de una vivencia personal pero decisiva.

Celebrar el adviento hoy sería tomar conciencia de esta propuesta de salvación y prepararnos para hacerla realidad. Esa posibilidad de plenitud humana debe ser nuestra verdadera preocupación. Lo más real no es la realidad, sino sus posibilidades. Jesús, viviendo a tope una vida humana, desplegó todas sus posibilidades de ser.

Hay otro aspecto del adviento que es necesario tener muy claro. Al constatar, siglo tras siglo en la historia de Israel, que las expectativas no se cumplían, se fue retrasando el momento de su ejecución, hasta que se llegó a colocarlo en el final de los tiempos. Surgió así la escatología, género literario que nos dice poco hoy día pero que fue clave.

Sorprende que ni siquiera la venida de Jesús se consideró definitiva. Es la mejor prueba de que la salvación que él propuso no nos convence. Por eso los cristianos sintieron la necesidad de una segunda venida, que sí traería la salvación esperada.

Es muy complicado para nosotros armonizar el tiempo anterior a Jesús, la vida terrena de Jesús, nuestra propia realidad histórica y el hipotético futuro escatológico. Lo más urgente para nosotros hoy es centrarnos en hacer nuestro el mensaje de Jesús y vivir esa plenitud que él vivió. Partiendo de su vida, tratemos de dar sentido a la nuestra.

Estar despiertos es la condición mínima indispensable para desarrollar nuestra verdadera humanidad. Estamos bien despiertos para todo lo terreno y material. Esa excesiva preocupación por lo material, es lo que la Escrita llama “estar dormido”.

No tengo que esperar tiempos mejores para poder realizar mi proyecto de plenitud humana. Si espero que Dios cambie la realidad o cambie a los demás para encontrar mi salvación, será la prueba de que no he descubierto lo que soy ni lo que es Dios. La salvación que Jesús propuso no está condicionada por circunstancias externas.

Hoy comienza el Adviento, pero los grandes almacenes y los medios de comunicación ya hace casi un mes que han empezado su preparación. Casi nadie escuchará el anuncio de que Jesús nace, pero la mayoría va a aceptar la propaganda consumista.

No hay tiempos más propicios que otros para afrontar mi verdadera salvación. Soy yo el que tengo que acotar el tiempo (kairos) que debo dedicar a los asuntos que más me debían interesar. Y lo que más me debía interesar es mi verdadero ser, no mi falso yo.

Dios está viniendo en todo instante, pero solo el que está despierto descubrirá esa presencia. Si no la descubro, mi vida transcurrirá sin enterarme de la mayor riqueza que poseo como ser humano y está a mi alcance. Dios no tiene que venir en ningún momento ni de ninguna parte, porque está en mí y es la base y fundamento de mi ser.

Fray Marcos 

Fe Adulta