Dentro de los muchos
dichos que destaca el autor para mostrar dónde no vale la pena poner esfuerzos,
destaca que no es sensato –como ocurre con frecuencia- que los herederos
reciban los frutos de los trabajos arduos de sus padres, algo que no “merecen”
. Eso es algo que se lleva el viento. Las atenciones y esfuerzos en la vida
deberían ponerse “en otro lado”.
La novedad empezada por
Cristo y expresada en la comunidad eclesial debe repercutir concretamente en
una novedad de vida en los discípulos. Novedad comenzada en el Bautismo y que
anticipa de alguna manera la plenitud que el cielo anticipa.
Una situación suscitada
con uno que pide a Jesús que intervenga en su favor, motiva una parábola. Jesús
no da respuestas de qué se “debe hacer” sino que muestra los criterios para que
Dios reine. Y esos criterios están dados por tener en cuenta al hermano. Los
bienes deberían ser simplemente un instrumento para ganar hermanos y compartir
la vida.