Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

6 de agosto de 2025

MIENTRAS LAS BOMBAS SIGUEN CAYENDO EN GAZA

 

Mientras las bombas siguen cayendo en Gaza, el mundo se enfrenta cada día a una verdad incómoda que evidencia que la vida humana no tiene el mismo peso en todos los rincones del planeta.

Más de 60.000 muertos, que algunos expertos elevan a más de 100.000, entre ellos miles de niños, cientos de miles de heridos, hospitales colapsados operando sin electricidad y dos millones de personas sobreviviendo aterrados y atrapados con menos de 500 calorías al día.

Las fosas comunes se cavan a toda prisa mientras los líderes del mundo emiten comunicados, convocan reuniones y prometen ayudas que llegan tarde, o nunca.

La última gran protesta se ha llevado a cabo hace unas horas en Australia, donde decenas de miles de personas han cruzado bajo la lluvia el icónico puente de Sídney. Lo han hecho pese a que la Policía había negado la autorización para transitarlo.

Una ‘Marcha por la humanidad’ a favor de Palestina, por la dignidad humana de su población, para exigir un alto al fuego inmediato y la apertura de corredores humanitarios reales.

Miles de personas han gritado y lo han hecho para que se escuche que lo que ocurre en Gaza no es un problema lejano sino un espejo que nos desafía como sociedad global.

No olvidemos jamás el derecho a existir, el derecho a comer, el dormir sin miedo o, tristemente, el derecho a enterrar a un hijo sin que una bomba caiga sobre su tumba.

Sí el mundo no puede detener, o siquiera aliviar, la agonía de Gaza, ¿qué nos queda? ¿Cuántos inocentes más deben morir para que dejemos de justificar lo injustificable?

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