Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

Cena Ecológica, parte de la pintura de Maximino Cerezo arreglo: Ana Isabel Pérez y Martín Valmaseda

6 de agosto de 2025

PAPA FRANCISCO - LA ESPERANZA NO DEFRAUDA NUNCA

EL ROSTRO DE UN POBRE

La esperanza es de los pobres. No es una virtud para personas con la panza llena. No tiene espacio en la vida de aquellos que se apelmazan por el bienestar material o que solo experimentan emoción al vivir <<experiencias>>que resaltan el espíritu hedonista e individualista que caracteriza a buena parte del mundo de hoy.

Los pobres son los primeros portadores de la esperanza. Y eso los hace, los protagonistas de la historia. Ellos no se contaminan con una de las mayores desgracias que puede ocurrir en la vida, el tenerlo todo.

El que está quieto como agua de estanque no tiene esperanza. Son los pobres quienes, como hizo Abrahán <<contra toda esperanza>>, esperan enriquecidos por la que es una de las dichas más grandes del mundo: las ganas de cambio.

Nuestros pobres, con tan poco recurso material al que aferrarse, son los protagonistas de, quizás, los momentos de gozo <<más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida>> (EG 7).

La pobreza se nos presenta a diario, desafiante, <<con sus muchas caras marcadas por el dolor, la marginación, la opresión, la violencia, la tortura y el encarcelamiento, la guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, por la ignorancia y el analfabetismo, por la emergencia sanitaria y la falta de trabajo, el tráfico de personas y la esclavitud, el exilio y la miseria, y por la migración forzosa>>.

Decimos por eso que la esperanza está en esa pobreza que tiene a su vez el rostro de <<mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y del dinero>>.

Ya las bienaventuranzas nos marcan el camino cuando se abren con la expresión: <<Bienaventurados los pobres>> (Lucas 6,20). Hoy y siempre, <<los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio>> (EG48).

Los pobres son nuestro pueblo, los portadores de la confianza en el Señor. Esta certeza de no ser abandonados es la que invita a la esperanza. El pobre sabe que él no va a dejarlo, y por eso vive siempre en la presencia de ese Dios que lo recuerda.

Con estas palabras no quiero ser <<pobrista>> un calificativo con el que suelen adornarme quienes jamás han dado la mano a una persona necesitada. No. Un papa ama siempre a todos, ricos y pobres, pero tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los más favorecidos deben ayudar a los más humildes, así como respetarlos y promocionarlos (EG 58). La obligación es doble, por no decir ontológica, si ese rico se dice cristiano.

Es por eso que ya desde mi primer contacto como pontífice con los periodistas de todo el mundo quise dejarles en claro <<¡cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!>>.

Esto no es un capricho mío. Es en el Evangelio en donde mayores ejemplos encontramos de la centralidad que debemos a los pobres en nuestra Iglesia y de cómo es en ellos que podemos encontrar la verdadera esperanza cristiana.

Cuando san Pablo se acercó a los apóstoles de Jerusalén para discernir <<si corría o había corrido en vano>> (cf. Gálatas 2,10), el criterio clave de autenticidad que le indicaron fue que no se olvidara de los pobres (cf. Gálatas 2,10). Esa misma frase me susurró al oído el recordado hermano Claudio Hummes apenas fui elegido papa y fue clave para que tomara el nombre de Francisco.

En el Evangelio, los pobres y vulnerables no son objetos. Son sujetos, protagonistas junto con Jesús del anuncio del Reino de Dios. Al decir de mi amado antecesor san Pablo VI, todos estos pobres pertenecen a la Iglesia por <<derecho evangélico>>. Fue Dios mismo quien <<se hizo pobre>> (2 Corintios 8,9) y de ahí deriva nuestra opción preferencial. Por eso debemos tenderles la mano no solo para ayudarlos a levantarse, sino también para caminar siempre juntos, en medio de ellos (cf. Eclesiástico 7,32).

PAPA FRANCISCO LA ESPERANZA NO DEFRAUDA NUNCA

Colaboración de Juan García de Paredes.